fbpx
Radio: No
Radio:
km Set radius for geolocation
Buscar

Coronavirus. Restaurantes y hoteles, en la mira de un estudio norteamericano

Coronavirus. Restaurantes y hoteles, en la mira de un estudio norteamericano
Compartir

[ad_1]

















Según una investigación de la Universidad de Stanford, en California, los sitios de más riesgo para contagiarse Covid-19 son hoteles, restaurantes, gimnasios e iglesias. Crédito: Shutterstock




Desde el estallido de la pandemia de Covid-19, se suceden los estudios que tratan de develar los misterios de la peste 2.0 que hace tambalear nuestro mundo global y nuestras costumbres hedonistas. Origen, propagación, inmunidad, segunda ola, mutaciones, cloroquina, no hay un tema relacionado con la pandemia que no haya sido objeto de atenciones, debates y análisis. Algunos fueron más serios que otros pero la incertidumbre es tan grande que hasta llegan a contradecirse, aunque procedan de las fuentes más académicas.


















































El primer estudio se llama «Mobility network models of Covid-19 explain inequities and inform reopening» y fue preparado por la doctora Serina Chang y un grupo de investigadores de la Universidad de Stanford, en California. Como todo lo relacionado con el Covid-19, caben algunas aclaraciones antes de revelar sus preocupantes conclusiones. Se limita a Estados Unidos, se basa en datos de movilidad y no en parámetros médicos y fue realizado entre marzo y mayo, al inicio del estallido de los casos y los contagios en América del Norte. El segundo, por su parte, es de la TMA, que publicó un listado con intención de evaluar los riesgos de contagio entre 37 actividades de la vida cotidiana.



Más avión, menos gimnasio




El resultado del colosal trabajo de la Dra. Chang y sus colegas -estudiaron datos de geolocalización de 98 millones de personas- concuerda con el sentido común. Donde más gente haya en un espacio cerrado, más probabilidades de contraer el virus. La cuestión era definir cuáles son estos lugares, ya que con el coronavirus no todo termina siendo lo que uno espera: por ejemplo, se sabe que hay más chances de contagiarse de Covid-19 haciendo compras en un supermercado que encerrados durante horas dentro de un espacio tan confinado como un avión.
































¿Cómo puede ser? Allá por el mes de marzo se viralizó la modelización de la propagación de gérmenes realizada por un equipo de la Universidad Aalto en Finlandia. Al mismo tiempo, las empresas aéreas y varios organismos (el mes pasado le tocó al comando de transporte de la US Army) demostraron que la casi totalidad (el 99,7%) de las partículas con o sin carga viral en suspensión en la cabina son eliminadas por los filtros HEPA que equipan a los aviones. El militar que supervisó el estudio, el capitán Joe Pope, declaró que «habría que viajar 54 horas continuas para inhalar una carga viral suficiente para enfermarse». Vale aclarar que los testeos se hicieron con una sola persona enferma a bordo y con la totalidad de los pasajeros y de la tripulación equipada con máscaras faciales.























Con el resultado de este estudio y varios más que arrojaron resultados similares, se puede sacar a los aviones de la lista negra de los propagadores de la enfermedad. De hecho, los viajes en avión no entraron en el análisis publicado en Nature. La Dra. Chang apunta a lugares públicos mucho más comunes y accesibles: su trabajo asegura que el verdadero peligro son los bares, los restaurantes, los locales de comidas rápidas, las iglesias, los hoteles y hasta los gimnasios. Porque como recuerda el profesor Stanley Rockson, también de la Universidad de Stanford (donde dirige el Centro para Trastornos Venosos y Linfáticos): «Es un simple problema de falta de ventilación en espacios cerrados. El virus está en microgotas, que se quedan en suspensión en el aire durante horas en un lugar que no está bien ventilado».





Un estudio de Texas Medical Association (TMA) sobre el real riesgo de contagios en la hotelería determinó que es de 4 en una escala de 1 a 10
Un estudio de Texas Medical Association (TMA) sobre el real riesgo de contagios en la hotelería determinó que es de 4 en una escala de 1 a 10 Crédito: Shutterstock



















¿Sería el caso de los hoteles? El sector fue absuelto por el estudio de la Asociación de Texas, como puntualiza Roberto Amengual, presidente de la Asociación de Hoteles de Turismo de la Argentina (AHT). Y apunta que «los resultados publicados en Nature están desactualizados porque los hoteles hicieron enormes esfuerzos para crear protocolos y adaptarse a las normativas internacionales. De hecho, recibimos en nuestros establecimientos a la gente que tiene que hacer cuarentena, porque es un entorno seguro y sin riesgos de contagio».














La encuesta texana abunda en este sentido. Considera que alojarse dos noches en un hotel es de riesgo 4 sobre una escala de 1 a 10. «Creo que tenemos esta diferencia de resultado entre las dos encuestas porque la de Stanford se hizo cuando no se habían generalizado las medidas de seguridad sanitaria», sigue Roberto Amengual. «La industria hizo enormes esfuerzos e inversiones para transformarse en entornos seguros. En la Argentina en particular, el 85% de los miembros de nuestra asociación están al día con las exigencias del ministerio de Salud de la Nación y con el sello Safe Travels del WTTC (el Consejo Mundial de los Viajes y del Turismo)».



Hasta las iglesias




¿Y el resto de los estudios? ¿Concuerdan? La escala texana considera que buscar un pedido en un restaurante e irse de camping tiene un riesgo mínimo. Un paseo en bici entre amigos, una salida al museo o pasar la noche en un hotel conllevan un poco más de peligro pero son actividades que siguen siendo de bajo riesgo. Los shoppings, las fiestas entre amigos, las oficinas, las piletas ya representan un nivel mayor. A diferencia de muchos otros estudios, este considera que un viaje en avión es muy riesgoso, así como partidos de fútbol, una cena en el restaurante o entrenarse en un gimnasio. Pero lo más peligroso de todo, según los médicos texanos, es un estadio, una iglesia o un bar.














En cuanto a lugares de culto, bares, restaurantes y gimnasios concuerda con el estudio de Stanford, cuya realización descansa sobre una idea sencilla pero inteligente: el estudio de los datos de geolocalización que proveen los smartphones. Indican dónde estamos y con quién nos cruzamos. ¿Entonces sólo había que preguntarle a Google o a Alexa?





Los investigadores acumularon datos móviles anónimos de geolocalización de 98 millones de personas en diez grandes ciudades de Estados Unidos y cartografiaron los desplazamientos que cada uno hizo entre marzo y mayo, entre 57.000 zonas residenciales y medio millón de «puntos de interés». En el estudio se refieren con esta fórmula a negocios, tiendas, restaurantes, hoteles y hasta iglesias. Y los más peligrosos resultaron ser justamente estas últimas tres categorías, a las cuales hay que agregar los locales de comida rápida y los gimnasios.














Desde la Asociación de Hoteles de Turismo de Argentina aseguran que se hicieron enormes esfuerzos e inversiones para transformarse en entornos seguros
Desde la Asociación de Hoteles de Turismo de Argentina aseguran que se hicieron enormes esfuerzos e inversiones para transformarse en entornos seguros Crédito: Shutterstock




Como recuerda el Presidente de la AHT, hay que tomar en cuenta que estos datos corresponden a la primera ola de contagios, cuando muy pocos estados y ciudades de Estados Unidos habían establecido medidas de prevención. Desde entonces se adoptaron, en el país de norte como en la Argentina y el resto del mundo, toda una serie de conductas para frenar los contagios y limitar los efectos de la pandemia: aislamientos, cuarentenas, gestos-barrera, obligación de llevar máscaras faciales, distanciamientos sociales y protocolos de seguridad sanitaria.





La actualidad de los países europeos demuestra sin embargo que no es suficiente y que los cuidados, por más intensos que sean, no evitaron una segunda ola, tanto o más dura que la primera. El estudio publicado en Nature podría ser entonces un precioso documento para ayudar a limitar los daños mientras se esperan las vacunas. Y es el deseo de la Dra Chang, que espera que su trabajo pueda guiar a los líderes del mundo para evitar segundas, terceras y más olas.



El experimento japonés




Un buen manejo de datos de geolocalización puede limitar los efectos de la pandemia, como lo demuestran los casos de Corea del Sur y de Taiwán, dos países que lograron «aplanar las curvas» sin recurrir a los confinamientos generalizados. Ambos presentaron en septiembre su modelo frente al Senado francés, uno de los países más afectados por la segunda ola de contagios. Luego de haber sido el segundo país más afectado al inicio de la pandemia Corea del Sur domina la propagación del virus y contabiliza menos de 30.000 casos y menos de 500 muertos para una población levemente superior a los 50 millones de habitantes. Los datos de Taiwan son más envidiables aún: 607 casos y tan solo 7 fallecidos para una población de 23,5 millones de personas.





Es cierto que los dos tigres asiáticos estaban preparados y habían combatido en el pasado varias epidemias (la de H1N1 en 2009 por ejemplo) y recurrieron a la geolocalización y el rastreo de los individuos contaminados o que estuvieron en contactos con enfermos.





El nuevo estudio publicado por investigadores de Stanford demuestra además que, si se toman medidas muy pronto, es posible limitar la propagación: se comprobó que en Chicago el 85% de los casos positivos al coronavirus fueron generados por tan solo 10% de los lugares estudiados. Eran por lo general lugares de mucha densidad. El estudio parece haber confirmado obviedades, pero permite elaborar patrones útiles a la hora de decidir la prolongación o el levantamiento de confinamientos o cierres de negocios.





Los pequeños comercios representan un riesgo menor que otros tipos de negocios, mientras el mundo sigue paso a paso el desenlace final de la llegada de la vacuna. El profesor Rockson recuerda que no hay que relajarse con los cuidados ahora que la solución parece masiva y cercana: «Las medidas de seguridad sanitaria seguirán siendo vitales durante muchos meses más, hasta que haya una cantidad suficiente de gente vacunada. Las vacunas anunciadas logran eficiencia al 95%, lo que es maravilloso. Con este nivel, si se vacuna un 75% de la población, estaremos a salvo y podremos ganar la batalla de esta pandemia. Pero hay que ser conscientes de que si se falla en este objetivo no lograremos la inmunidad de rebaño. Tenemos además la suerte de que, si bien se reportaron mutaciones del virus, no son importantes ni rápidas y no creo que obstaculicen la erradicación de la pandemia».





Volviendo al tema de la transmisión del virus, no solo pasa por el aire y microgotas en suspensión. Se puede volver a ver el experimento que hizo la cadena TV japonesa NHK hace varios meses junto a epidemiólogos. Varias personas compartieron una cena en un mismo ámbito. Al principio de la reunión, uno de los participantes -el paciente cero- aplicó una tintura fosforescente en una de sus manos. Al cabo de treinta minutos, se prendieron luces negras para ver cómo el producto había pasado de persona en persona y estaba presente sobre platos y cubiertos. Todos los miembros del experimento fueron «contaminados» en tan solo una media hora.





El equipo de la Dra. Chang confirmó que los restaurantes forman parte del grupo de riesgo, si los protocolos no incluyen detecciones rigurosas de posibles pacientes. Al igual que los hoteles y los gimnasios. También apunta a los bares y los fast-foods, aunque en menor grado, ya que la permanencia suele ser más limitada en este tipo de establecimiento. En las tiendas y los supermercados el riesgo es 10 veces menor según el estudio.





Con las prácticas sanitarias y los protocolos instaurados desde el otoño, los investigadores de Stanford estimaron que cuando se reduce el aforo al 20% de su capacidad máxima, los riesgos de contagio son 80% menores. Esto hace pensar que los cierres masivos de muchos rubros de negocios no eran una necesidad y que solo había que regular la afluencia y evitar horarios pico. Y formar e informar a las poblaciones Y esto lo entendió la hotelería, como lo recuerda Roberto Amengual, en conclusión: «Por un lado hicimos grandes esfuerzos de inversión. Pero también de formación de nuestro personal. En la Argentina el 97% de los establecimientos participó en programas para preparar su personal y entrenarlo. Desde la AHT lanzamos varios cursos e hicimos muchos webinars para que nuestra industria sea lo más segura posible».









Conforme a los criterios de

Más información

ADEMÁS









[ad_2]

Source link

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con