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El diseño de los vehículos eléctricos

El diseño de los vehículos eléctricos
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¿Se aprovechan en el diseño las ventajas de contar con componentes motrices mucho más compactos que los utilizados en los vehículos convencionales? Análisis de las soluciones aplicadas en los E.V. actuales.

Hace años que se viene diciendo que el futuro de los autos es eléctrico y, a decir verdad, la cosa viene un poco más lenta de lo previsto. Pero finalmente está llegando. De lo que sí estamos aún bastante lejos, es de que los autos eléctricos encuentren el diseño óptimo que les permita aprovechar todas las ventajas de la nueva tecnología.

EL PACKAGE

Algo fundamental para entender el diseño de autos es lo que se conoce en la jerga como package. Refiere, simplificadamente, a la disposición de los componentes mecánicos y funcionales (espacio para pasajeros y carga) que la carrocería debe «recubrir». El package de los autos de producción masiva no ha cambiado mucho desde el Ford T: básicamente siguen manteniendo un importante espacio adelante para el motor, el compartimiento para los pasajeros entre las 4 ruedas, y el espacio de almacenamiento en la parte de atrás. A lo largo de la historia hubo excepciones (el VW Beetle, por ejemplo), pero básicamente esta arquitectura evolucionó hasta una forma óptima en términos de usabilidad/costo, que es la que vemos en los actuales sedanes y hatchbacks con motor delantero transversal. Es por eso que las siluetas de los autos actuales, para cada segmento dado, son prácticamente indistinguibles entre sí. Es algo similar a lo que ocurre con los smartphones, prácticamente no se distinguen unos de otros, salvo por pequeños detalles como la ubicación de las lentes de las cámaras. Esta homogeneización es algo que generalmente sucede en el mundo del diseño industrial, hasta que aparece una tecnología disruptiva que lo cambia todo. En términos de package, la propulsión eléctrica lo es. Hay muchos componentes dentro de los autos eléctricos: baterías, sistemas de control, motores, cargadores, pero todavía no existe un consenso sobre su disposición, como sí ocurre con los automóviles con motor de combustión. Sí es seguro que no se necesita un gran espacio para el motor adelante ni para la caja de velocidades; los motores pueden ir cerca de las ruedas y lo único indispensable es una superficie amplia para colocar las baterías, que por lógica es el piso del auto. De hecho, un buen package eléctrico permite juntar todos los componentes propulsores en una plataforma muy limpia que abre la posibilidad a infinitas arquitecturas posibles para montar sobre ella. Estilísticamente no se necesita un gran radiador que refrigere el motor, y por ende las parrillas frontales prácticamente dejan de tener sentido funcional. Hoy, son el principal factor de diferenciación entre modelos y marcas, y estamos tan acostumbrados a eso que un auto sin parrilla es percibido como un rostro sin boca. Por otra parte, la idea del auto eléctrico como algo «amigable» con el medio ambiente contrasta con las formas predominantemente agresivas y mecánicas que vemos en los autos actuales. Y si bien estamos presenciando muchas propuestas osadas y creativas a nivel conceptual, lo cierto es que la transición real hacia el aprovechamiento de las potencialidades funcionales y estéticas del package eléctrico será bastante progresiva, ya que el mercado suele ser reticente a aceptar soluciones demasiado «avanzadas».

NACIDOS ELÉCTRICOS Y ADAPTACIONES

En principio, la forma más fácil de obtener un auto eléctrico, es adaptar uno convencional al nuevo sistema de propulsión. Es lo que vemos en el Kangoo Z.E. y el BAIC EX260 (recientemente lanzados en la Argentina), el VW e-Golf y el Kia Soul EV, entre otros. Desde la perspectiva de un futuro eléctrico, todos estos modelos son el equivalente a un carruaje al que se le adosó un motor en reemplazo de los caballos, como sucedió en los comienzos del automóvil en el siglo XIX. Por eso, los casos más interesantes son los llamados «nacidos eléctricos».

TRIBULACIONES

Hoy el mercado sigue «premiando» las formas agresivas y la promesa de deportividad y aventura. Por eso vemos autos plagados de entradas de aire para refrigerar nada, con spoilers y deflectores parecen sacados de un Fórmula 1, aunque difícilmente superen los 25 km/h de velocidad promedio a lo largo de toda su vida útil. O despejes, apliques y artilugios propios de un Rally Dakar aunque con suerte pongan «las patitas en la arena» una vez al año. Y en casi todos los casos, expresiones que asustarían hasta al mismísimo payaso de la película IT. Dependerá entonces de que ese gusto predominante cambie hacia una idea más racional del automóvil para que una nueva estética, que exprese la eficiencia y practicidad de los nuevos autos eléctricos pueda empezar a prevalecer.

 

 

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